No deja huella quien quiere, sino quien puede…; desde que elegimos el título de esta exposición llevo dándole vueltas al nombre y no se me ocurre otro que pudiera estar mejor elegido, porque sois vosotros quienes dejáis huella cada día, con cada esfuerzo, con cada trabajo, con cada sonrisa, con cada beso…
Hay muchos tipos de huellas como hemos podido ver con nuestros personajes, huellas duras, profundas, difíciles de borrar, como las de Mario, Juan Luis o Antonio; huellas dulces, suaves, sensibles, como las de Cristina o María; huellas fuertes, seguras, como Óscar, Cristian o Vero; existen otros tipos de huella en los que nadie se fija cuando se hacen, pero que se van haciendo cada vez más visibles, cada vez más fiables, como nuestros “locos científicos”; huellas fuertes y comprometidas, como Manuel o Gonzalo; huellas que se hacen enormes por el peso del cuerpo que sostienen, por la memoria en la que quedan, por cómo son recordadas, Brayan, Eli, Raquel, Irene…;
No todas las huellas son buenas, pero todas son recordadas, todas quedan en el tiempo, todas quedan en el recuerdo. Ojalá estos días, estos años, esta mañana de 18 de febrero del 2011, os deje huella a todos, como lo han hecho en mí estas tardes, estas horas, estos días…, como habéis dejado vosotros, como seguís dejando cada día. Gracias por dejar huella en el sitio en el que más difícil es: EN EL CORAZÓN.
Ojalá vayáis siempre dejando huella por la vida y por encima de todo, ojalá siempre podáis elegir qué tipo de huella dejáis, ojalá siempre sigáis siendo como sois…GRACIAS
Viene del latín. Los romanos usaban el prefijo "-ia" para referirse a un territorio, y el "-icus" para referirse a los genticios (en nominativo). Así en latín se decía a los países/territorios: Italia, Germania, Hispania, Britania, Graecia, Libia, Mauritania... y los gentilicios respectivos eran Italicus, Germanicus, Hispanicus, Britanicus, Graecus, Libicus, Mauritanicus... Esto era en latín "regular", cuando se formaba un nombre nuevo o se adaptaba a partir del nombre de una tribu o pueblo. Existían sin embargo ya algunos irregulares de origen antiguo, como Africa (formado como un adjetivo) o Aegyptus. El estándar latino para toponímicos de territorios fue heredado por las lenguas latinas. En las lenguas germánicas el sufijo equivalente es -land (england, deutschland, island, groenland, scotland, irland...), y en la mayoría de casos cuando se adoptó el nombre latino se germanizó (Spanien/Spain, France/Frankreich, Italy/Italien...) En lenguas latinas como el castellano, el catalán o el italiano se mantuvo intacto en todos o en la mayoría de los casos. En el francés se transformó en -ie (Italie, Romanie...) o -gne (Espagne, Alemagne...). Así se usa el sufijo -ia en general en castellano para todos los países "nuevos". A partir de la edad moderna es usado también como cultismo en lenguas germánicas de forma preferente sobre las germánicas para los nuevos países, por ejemplo en inglés: Georgia, Chechenia, Russia, Osetia, Abkhazia, ... En francés acaban en -ie y en alemán en -ien; en lo demás son iguales entre lenguas. Pero vamos, que todo viene del sufijo latín "-ia". En los nombres medievales hay más lío, se usa conjuntamente el germánico -land o -reich, los nombres se han deformado, etc.
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